«¿Quién dicen los hombres que soy yo? Y le respondieron, diciendo: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, uno de los profetas. Él les preguntó de nuevo: Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo» (Marcos 8:27-29 LBLA)
Luego de que Marcos nos relatara la historia de un ciego que no veía «con toda claridad», ahora nos cuenta como Pedro reconoce —en parte— la identidad de Jesús. El apóstol ve, pero no con claridad. Reconoce que Jesús es el mesías, el ungido, el Cristo. Confiesa que su maestro es el hijo de David que viene a vindicar a su pueblo, pero no entiende la naturaleza de su ministerio.
Jesús no es Juan el bautista, no es Elías, ni alguno de los otros profetas. El hijo del hombre es el mesías prometido, el Cristo. Sin embargo, no viene a cumplir con las expectativas populares que tenían los judíos. No será el líder político que esperan, ni el guerrero que triunfará sobre los romanos.
El Señor será rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas. El cordero, que quita el pecado del mundo, está llamado a morir y a resucitar.
«¡Quítate de delante de mí, Satanás!, porque no tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres».
Vigésima segunda parte de nuestro estudio: «¿Quién es Jesús? Un estudio al evangelio de Marcos»
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J. P. Zamora