«Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía» (Salmo 133:1 LBLA )
Dietrich Bonhoeffer fue un teólogo y pastor luterano de la Iglesia Confesante en Alemania. Nació un 4 de febrero del 1906, en Breslau. Cuando estalló la segunda guerra mundial hizo lo posible para servir como capellán militar y compartir de ese modo las aflicciones de sus compatriotas.
Se destacó como un ferviente defensor de los judíos y una voz de alerta frente al inminente cambio en la relación entre el Estado y la Iglesia, tras la ascensión del régimen nacionalsocialista. Participó activamente en los círculos de resistencia antinazi, llegando incluso a conspirar contra Hitler. Esto acarreó su detención y posterior ejecución en un campo de concentración en abril de 1945.
«Vida en Comunidad», publicado en 1939, tuvo su origen como un recurso dirigido a los ordenantes. No obstante, a medida que avanzaba en su redacción, Dietrich se percató de que sus reflexiones sobre la comunidad cristiana tenían el potencial de llegar a una audiencia mucho más amplia.
A continuación comparto con ustedes diez citas de este clásico de la literatura devocional.
La comunidad
«Cristo es el mediador entre Dios y los hombres. Sin él, no podríamos conocer a Dios, ni invocarle, ni llegarnos a él; tampoco podríamos reconocer a los hombres como hermanos ni acercarnos a ellos».
«Un pastor no debe quejarse jamás de su comunidad, ni siquiera ante Dios. No le ha sido confiada la comunidad para que se convierta en su acusador ante Dios y ante los hombres».
El día en común
«En la tierra es el canto de los que creen; en el cielo, el de los que contemplan; en la tierra es un canto hecho de pobres palabras humanas; en el cielo son «palabras inefables que ningún hombre puede expresar»».
«Lo que comemos y compartimos es nuestro pan de cada día. De este modo estamos unidos entre nosotros no solamente por el espíritu sino con todo el ser, cuerpo y alma. El hecho de que comamos todos del mismo pan nos mantiene fuertemente unidos».
El día en soledad
«Una comunidad cristiana vive gracias a los ruegos que hacen sus miembros unos por otros; de lo contrario, moriría. Desde el momento que ruego por un hermano ya me es imposible odiarlo o condenarlo, por grandes que sean las tribulaciones que me cause».
«Dichoso aquel que es capaz de estar solo gracias a la fuerza que recibe de la comunidad, y dichoso el que es capaz de mantener la unión con la comunidad por la fuerza de la soledad».
El servicio
«Dios no creó a mi prójimo como yo lo hubiera creado. No me lo dio como un hermano a quien dominar, sino para que, a través de él, pueda encontrar al Señor que lo creó» — D. Bonhoeffer. Share on X«Una regla esencial de la vida cristiana comunitaria es que nadie se permita pronunciar una palabra secreta sobre otro. Está claro que aquí no nos referimos a la corrección fraterna personal. Lo que se proscribe es la palabra oculta que juzga al otro, incluso cuando se pretende ayudar, y la intención es buena; pues es precisamente bajo esta apariencia de legitimidad por donde mejor se infiltra en nosotros el espíritu de odio y de maldad».
«Dios no creó a mi prójimo como yo lo hubiera creado. No me lo dio como un hermano a quien dominar, sino para que, a través de él, pueda encontrar al Señor que lo creó».
Confesión y santa cena
«Quedarse a solas con el propio mal es quedarse completamente solo. Y puede ser que, a pesar del culto en común, la oración en común y la comunión en el servicio, haya cristianos que permanezcan solos, sin llegar a formar realmente comunidad».
«La confesión hace posible el acceso a la comunidad. El pecado quiere estar a solas con el hombre. Lo separa de la comunidad. Cuanto más solo está el hombre, tanto más destructor es el poder que el pecado ejerce sobre él; tanto más asfixiantes sus redes, tanto más desesperada la soledad».
Espero que estos fragmentos puedan animarlos a leer esta obra de Dietrich Bonhoeffer y reflexionar en torno a lo que significa la vida cristiana en comunidad, sus desafíos y enormes bendiciones.
Pueden adquirir el libro, publicado por Ediciones Sígueme, en el siguiente enlace.
J. P. Zamora