
Al pentecostalismo, y movimientos carismáticos afines, se les acusa de sostener creencias fundamentadas más en experiencias que en un análisis profundo de la Palabra de Dios. Aunque no se puede negar que la crítica es pertinente y algo de verdad puede existir en estas observaciones1, sería un error pensar que esta tendencia es exclusiva del pentecostalismo. De hecho, es una problemática que puede encontrarse en cualquier tradición cristiana.
En mis conversaciones sobre el don de lenguas, he oído cosas como: «El don de lenguas actual no es auténtico porque nunca he visto a alguien hablar milagrosamente francés», o «el don de lenguas actual no es el de la Biblia, sino que son balbuceos sin sentido que nadie entiende». Estas opiniones, como veremos, también están fundamentadas en una “ausencia de experiencias”, además de reflejar prejuicios personales y un entendimiento —a mi juicio— errado de lo que la Escritura nos enseña sobre el hablar en lenguas.
Lucas y Pablo: Diferencias de Énfasis
En el contexto de los dones espirituales, el primer punto que quiero abordar es la diferencia de énfasis entre Hechos 2 y lo que se trata en el capítulo 14 de la epístola a los Corintios.
«Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen» Hechos 2:4.
Cuando leemos Hechos 2, observamos que la señal que tuvo lugar ese día asombró a los que escuchaban porque «cada uno les oía hablar en su propia lengua»2. A partir de este relato, podría asumirse que toda experiencia con el don de lenguas implica hablar en un idioma humano, como inglés, japonés o francés, de manera sobrenatural. Siguiendo esta lógica, verificar la autenticidad del don en la actualidad —y hacerse continuista por ello— sería tan sencillo como usar alguna app, identificar el idioma aprendido sobrenaturalmente y creer en la vigencia de los dones milagrosos.
Esta idea parte de la premisa de que el don de lenguas es siempre un idioma extranjero fácilmente identificable, que de pronto el creyente conoce de manera sobrenatural. Esto debido a que Hechos 2 se toma como la única base para definir en que consiste el don.
El énfasis que hace Lucas en el libro de los hechos es distinto al que hace Pablo en su epístola a los corintios. Lucas resalta que las lenguas funcionan como una señal de poder para dar testimonio a las naciones mientras que Pablo está interesado en la práctica personal del don y su uso en la congregación3. Esta diferencia la hace notar F. F. Bruce en su comentario al libro de hechos:
«Como se practicaba en la iglesia de Corinto, la glosolalia era comunicada en un discurso que los oyentes podían entender si algún presente recibía el correlativo don espiritual de interpretación. Pero en Jerusalén, en el día de Pentecostés, las palabras habladas por los discípulos en su éxtasis divino fueron inmediatamente reconocidas por los visitantes de muchos otros países que los escucharon»4.
Nadie Entiende
«El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia» 1 Corintios 14:4
En la epístola a los Corintios Pablo nos dice que “el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende”, mostrando una diferencia respecto a lo acontecido en el relato de pentecostés. Acá el énfasis paulino está en otro aspecto del don de lenguas y es en su uso dentro de la comunidad cristiana.
Otro aspecto importante que impide definir el hablar en lenguas únicamente a partir del modelo de Hechos 2 está relacionado con el don de interpretación. Al respecto, Samuel Storm señala: «si las lenguas siempre eran idiomas humanos, entonces el don de interpretación no requeriría la manifestación, obra o presencia del Espíritu Santo. Cualquiera que hablara en varios idiomas, como el mismo Pablo, podía interpretar lenguas en virtud de su talento»5.
Al analizar este tema, podemos observar que el hablar en lenguas tiene un componente misterioso. Es un don que Dios, por medio de su Espíritu, concede a los creyentes tanto para la edificación de la congregación, cuando opera el don sobrenatural de interpretación de lenguas, como para la edificación personal del propio creyente.
Gordon Fee explica: «Pablo creía en una comunión inmediata con Dios por medio del Espíritu/espíritu que a veces pasaba por alto el intelecto; y en los vv. 14-15 argumenta que, para su propia edificación, está dispuesto a recurrir a ambos medios. Pero en la iglesia sólo permitirá aquello que pueda además comunicarse con los otros creyentes mediante su mente»6.
Edificación Congregacional y Personal
Algunos objetan el que los dones tengan que ver con una edificación personal argumentando que los dones espirituales tienen como propósito principal edificar a la iglesia, como señala Pablo en el versículo 12 del mismo capítulo. A primera vista, enfatizar la edificación personal podría parecer contrario a este principio. Sin embargo, es el propio apóstol quien afirma que el que habla en lenguas, a sí mismo se edifica7, tal edificación, de manera indirecta, también contribuirá a la edificación de la congregación.
El mensaje central de la epístola a los Corintios no es prohibir el uso del don de lenguas, sino asegurarse de que se ejerza de manera ordenada y edificante dentro del culto público.
«El mensaje central de la epístola a los Corintios no es prohibir el uso del don de lenguas, sino asegurarse de que se ejerza de manera ordenada y edificante dentro del culto público» Share on XQuizás es aquí donde la experiencia juega un papel importante. Muchos discrepan de la vigencia del don de lenguas, no por cuestiones bíblicas, sino debido a malas experiencias, abusos o excesos de en ciertos grupos que afirman practicar el don. Como hemos señalado, las lenguas pueden manifestarse tanto como un idioma extranjero expresado de manera sobrenatural, como una lengua que nadie entiende. Sin embargo, el enfoque principal de Pablo no era debatir su naturaleza, sino su correcto uso en la comunidad.
El apóstol, en lugar de prohibir a los corintios hablar en lenguas a causa de sus conocidos excesos, los exhorta a hacerlo de forma ordenada. Subraya la importancia de buscar la interpretación, de modo que estas palabras sean de edificación para toda la congregación. Si no hay intérprete, Pablo indica que quien hable en lenguas lo haga en privado, para sí mismo y Dios. Además, anima a los creyentes a orar para recibir el don de interpretación.
Nuevamente, citando a Fee: «Las lenguas son permisibles en la asamblea cuando van acompañadas de interpretación, y en privado pueden experimentarse tanto como uno lo desee»8.
Si realmente deseamos ser bíblicos, no deberíamos prohibir ni rechazar estas manifestaciones por parecer extrañas, misteriosas o incomprensibles. Más bien, debemos procurar que todo se haga «decentemente y con orden», como lo enseña la Escritura.
Conclusión
El don de lenguas, con su naturaleza misteriosa, debe practicarse con reverencia, en orden y conforme a la enseñanza apostólica. Pablo no llama a rechazar este don, sino a utilizarlo con sabiduría, priorizando siempre la edificación de la iglesia.
En lugar de permitir que experiencias negativas o prejuicios limiten nuestra comprensión, es fundamental que nuestra visión sea guiada por el estudio de la Biblia y no por la experiencia, o la ausencia de ella.
Siguiendo la exhortación de Pablo —y si queremos ser realmente bíblicos— hacemos un llamado a no impedir que se hable en lenguas. Es esencial reconocer la diversidad de manifestaciones espirituales y procurar que todo se lleve a cabo «decentemente y con orden», conforme a las enseñanzas de la Escritura.
J. P. Zamora
Artículo publicado originalmente en Alianza Pentecostal Reformada.
- -Recomiendo leer el capítulo «Leer Bíblicamente es Leer Experiencialmente» de Keener, Craig S. Hermenéutica del Espíritu: Leyendo las Escrituras a la luz de Pentecostés. Publicaciones Kerigma, 2017. ↵
- – cf. Hechos 2:6 ↵
- – cf. Keener, Craig S. Acts: An Exegetical Commentary: Volume 1. Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2012. Comentario sobre Hechos 2:1–13. ↵
- – F. F. Bruce, El Libro de los Hechos. El Nuevo Comentario Internacional del Nuevo Testamento, Editorial CLIE, 2017, p. 207. ↵
- – Grudem, Wayne, ed. ¿Son Vigentes los Dones Milagrosos?. Editorial CLIE, 2004, p. 218. ↵
- – Fee, Gordon. La Primera Epístola a los Corintios. Editorial Nueva Creación, 1994, p. 744. ↵
- – cf. 1 Corintios 14:4 ↵
- – Fee, Gordon. La Primera Epístola a los Corintios. Editorial Nueva Creación, 1994, p. 807. ↵
Muy buena reflexión. 👍