Antes de Nicea: La trayectoria temprana del pensamiento cristiano

A lo largo del primer semestre de este año, tuve el privilegio de asistir a un curso organizado por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de los Andes. El curso, que tuvo lugar de marzo a junio, conmemoró el 1700 aniversario del Concilio de Nicea, un evento que marcó un antes y un después en la historia del cristianismo.

En el año 325, en la ciudad de Nicea, en el Asia Menor y cerca de Constantinopla, se llevó a cabo una gran asamblea de obispos que se conoce como el Primer Concilio Ecuménico. Este concilio buscaba resolver —entre otras cosas— el conflicto arriano, una disputa teológica que agitó a la iglesia en los inicios del siglo IV. La figura central de este debate fue Arrio, un presbítero de Alejandría que, con sus enseñanzas, generó un profundo cisma. Arrio sostenía que, si bien el Hijo era la más alta de todas las criaturas, había un momento en el que no existía. En sus palabras, no era de la misma naturaleza que el Padre, sino que era una criatura creada, aunque de un estatus especial.

Esto creaba un problema cristológico, ya que, en esencia, reducía al Hijo a una especie de «semidiós». El teólogo Millard J. Erickson, lo resume de manera muy clara:

«El resultado de todo esto fue que al Verbo se le dio el estatus de un semidiós. Se le consideró la más alta de todas las criaturas; sin embargo, seguía siendo una criatura. Era un ser intermedio entre Dios Padre y el resto de la creación, el agente mediante el cual el Padre les había creado y continuaba relacionándose con ellos, pero no era Dios en el sentido pleno. Se le podía llamar Dios por cortesía, pero era como mucho un dios creado, no el Dios, el ser eterno y no creado1».

La fe de Nicea
La fe de Nicea

Para hacer frente a esta doctrina, el Concilio de Nicea se reunió en el año 325 y redactó un credo que buscaba dejar en claro la fe de la iglesia. Este documento estableció que el Hijo de Dios es “engendrado, no creado; de la misma naturaleza que el Padre”, una declaración que reafirmaba la divinidad plena de Jesucristo.

Con razón del aniversario de este concilio, el curso nos brindó la oportunidad de explorar las reflexiones de figuras trascendentales que moldearon el pensamiento de este período. Nos sumergimos en las ideas de autores influyentes como Justino y Orígenes, así como en las perspectivas de Clemente, Tertuliano y otros pensadores clave. Para apreciar la amplitud de los temas que abordamos, comparto a continuación los títulos de cada una de las clases:

  1. «El cristianismo como verdadera filosofía en san Justino» – Patricio Domínguez, Doctor en Filosofía
  2. «Tertuliano: el primer gran polemista» – Manfred Svenson, Doctor en Filosofía
  3. «El intelectual cristiano según Clemente de Alejandría» – Xavier Morales, Doctor en Filosofía
  4. «Los críticos tempranos del cristianismo» – Daniel Contreras, Doctor en Estudios Medievales
  5. «Revelación bíblica y razón según Orígenes» – Samuel Fernández, Doctor en Teología y Ciencia
  6. «¿Existe una filosofía moral de los padres?» – Joaquín García Huidobro, Doctor en Filosofía
  7. «El pensamiento político de Lactancio» – Pablo Ortúzar, Doctor en Teoría Política
  8. «La fe de Nicea» – Antonio Amado, Licenciado en Filosofía

Si le interesa profundizar en estos temas, me gustaría compartir las grabaciones de las clases. Puedes encontrarlas a continuación:


J. P. Zamora

  1. Erickson, Millard. (2008). Teología Sistemática (pp 709). Editorial Clie.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.